Soy creyente y me divierto. Vivo mi fe plenamente y, al mismo tiempo, me divierto sin problemas. Porque para mí, la fe y la diversión son compatibles.
¿Cómo me divierto? Es sencillo: como los demás.
Me gusta salir con los amigos, ir a un bar o a un café, y charlar. Practico boxeo desde hace un año, con amigos. Algunos son católicos, otros no.
Me apasiona ir en bicicleta y hacer footing. Normalmente, practico estos deportes en un bosque, con mis amigos.
Quedamos en la orilla del Sena y nos bañamos en el río, cerca de Fontainebleau. Bebemos una o dos cervezas y reímos un rato.
A veces mis amigos me dicen: "Sí, claro, tú eres católico, así que no te sabes divertir. Tu vida es rara, rara porque no te excedes nunca, no te hemos visto nunca borracho, ni drogado".
Yo, en cambio, lo veo todo de manera diversa. Me divierto como me da la gana.
Pienso que incluso me divierto más que ellos.
Al acabar el colegio, unos amigos me dijeron : "Cuando vienes a una fiesta, das un ambiente especial. Sabes divertirte sin pasarte, sin hacer tonterías".
Así fue. De golpe, vieron que es posible. A mi también me ayudó a pensar, cuando mis amigos me dijeron eso.
Me gusta divertirme como soy y por eso estoy contento.
Mi truco está en recordarme que no es la sociedad la que me tiene que decir cómo divertirme, o convencerme de que para eso hace falta excederse siempre.
Para mí, la diversión lo es cuando uno se pone unos límites. Y a eso me ayuda la fe: a hacer de mi vida algo grande.
La fe forma parte de mi vida, y no estoy dispuesto a separarla del resto de mi vida.
"Pide humildemente al Señor que te aumente la fe. -Y luego, con nuevas luces, juzgarás bien las diferencias entre las sendas del mundo y tu camino de apóstol". San Josemaría Escrivá, Camino n. 580
No hay comentarios:
Publicar un comentario